Entrevista a Alberto Ruz Buenfil Por: Chiara Lionello

¿Cuándo y cómo nació la idea de tener una Declaración Universal de los Derechos de la Madre Tierra?

En 2009, durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático el Presidente de Bolivia, Evo Morales por primera vez habló públicamente acerca de la idea de reconocer los derechos de la Madre Tierra.  Ese mismo año, el gobierno de Ecuador aprobó una ley reconociendo a la Tierra como un ser vivo con derechos jurídicos propios. En el 2010, Bolivia presentó dos propuestas a las Naciones Unidas, la primera consistía en proclamar el 22 de abril como el “Día Internacional de la Madre Tierra”; la segunda, aprobar la “Declaración Universal de los Derechos de la Madre Tierra”.  A partir del 2012, he venido, junto con muchas otras personas, llevando estas propuestas a todos los rincones del planeta.  Los Gobiernos de Bolivia y Ecuador ya aprobaron una legislación que reconoce los derechos de la Madre Tierra y los protege en sus respectivas Constituciones.

A partir de que esos dos Países adoptaron la Declaración de los Derechos de la Madre Tierra, tenemos la impresión de que las naciones de Sudamérica son más sensibles a los temas concernientes a los derechos de la Madre Tierra.  ¿Estás de acuerdo con esta percepción?  

Yo creo que la razón por la que este movimiento es más fuerte aquí en Sudamérica se debe al hecho de que la población indígena de estos países tiene una relación distinta con la Naturaleza, comparada con la relación que tienen los países europeos o norteamericanos -Ellos han tenido siempre una relación con la Madre Tierra basada en el respeto, la armonía, la interdependencia.  De momento, este movimiento es más fuerte en Colombia, México, Chile, Brasil, Ecuador y Bolivia – Países que tienen una relación muy cercana con la cosmovisión de los pueblos de la región Andina.   

A la fecha, ¿cuantos Países han adoptado la Declaración Universal de los Derechos de la Madre Tierra?

Ahora nuestro nuevo enfoque consiste en que se reconozcan los derechos de componentes específicos de la Naturaleza, tales como ríos, glaciares, bosques.  Hemos tenido éxito en que se reconozcan los derechos de dos ríos en India, uno en Nueva Zelanda, un lago en los EUA y en que los Alcaldes de docenas de Ciudades de Italia firmen la Declaración de los Derechos de la Madre Tierra, así como que autoridades de la zona metropolitana de la Ciudad de México y el Estado de Colima en México ya han reconocido estos derechos en sus Constituciones.  También han sido reconocidos los derechos de cuatro o cinco ríos en Colombia, en donde también el Departamento de Nariño ha reconocido los Derechos de la Naturaleza en su Constitución.  En Brasil, tres o cuatro ciudades han reconocido los Derechos de la Madre Tierra.  

No solo es importante, sino fundamental, que haya una legislación al más alto nivel, reconocida por las Naciones Unidas, que proteja no solo a la Madre Tierra, sino también a todos aquellos que luchan por proteger los territorios en los que viven, tales como las poblaciones originarias e indígenas en Sudamérica.  Sin legislación que proteja los derechos de la Madre Tierra, seguiremos destruyendo la Naturaleza y la raza humana – empezando por las poblaciones que defienden sus territorios.

Alberto Ruz Buenfil frente a la tumba del gobernante Maya K’inich Janaab Pakal descubierta en 1952 por su padre, Alberto Ruz Lhuillier.

Creemos que ahora es más importante que la gente sepa que este es un movimiento global.  Una Corte Internacional Especial para los Derechos de la Madre Tierra ha sesionado durante las Conferencias internacionales sobre Cambio climático de los partidos políticos y sesionará nuevamente en noviembre/diciembre en Chile, COP-25, para dictar sentencia respecto de aquellos que violan los derechos de la Madre Tierra.  

Para que un País adopte la Declaración Universal de los Derechos de la Madre Tierra se requiere llevar a cabo un procedimiento legislativo que involucra a las dos cámaras del Parlamento.  Es por ello que actualmente nos estamos enfocando en casos específicos, no obstante, logramos llevar este asunto éste año ante el Parlamento Chileno. 

¿Cuál crees que debe ser el primer paso que cada uno de nosotros debe tomar para cambiar el futuro del planeta?  El primer punto de la Declaración reconoce que “la Madre Tierra es un ser vivo”: ¿cuál es la relevancia de dicho reconocimiento?  

Hasta ahora todas las leyes han sido antropocéntricas: tenemos leyes concebidas por los seres humanos, para los seres humanos, en los que la Tierra, al no ser reconocida como un ser vivo, no tiene derecho alguno.  Lo primero que tenemos que hacer es dar este salto cualitativo en la conciencia humana y darnos cuenta que no existe posibilidad alguna de que sobrevivamos sin la Madre Tierra. Es por ello que debemos dejar de percibir a los elementos de la Naturaleza como bienes comerciales de los cuales nos podemos apropiar, ya sea los estados o los particulares. La alternativa es enfrentar la extinción masiva – solo que esta vez no serán los dinosaurios los que desaparezcan.

Una vez que entendemos esto, caeremos en cuenta que necesitamos encontrar una forma de que más personas cobren conciencia del hecho de que el futuro de la humanidad está en juego.  Todos los actos del pasado, como las guerras, eran eventos focalizados, limitados a ciertos territorios; incluso las dos guerras “mundiales” no deberían considerarse como tales, comparadas con los problemas a los que nos enfrentamos hoy.  Debemos cambiar nuestra percepción y verlos como un problema global, en el que todos estamos involucrados. Estamos empezando a darnos cuenta: por primera vez en la historia, tendremos una huelga mundial como la que propone la adolescente Sueca Greta Thunberg, y también es la primera vez que veo una resonancia tan profunda y global como consecuencia del desastre ecológico que está ocurriendo en el Amazonas – al no ser éste un problema tan solo de Brasil y el Amazonas, ya que nos afecta a todos, porque implica la posibilidad de que ya no podamos respirar.

Cada vez que un grupo de personas hace que otros comprendas que es necesario tomar acciones para resolver un problema en particular, podemos empezar a llevar a cabo los actos necesarios para adoptar esta legislación, tal y como lo hemos venido haciendo.  La abolición de la esclavitud en América y el apartheid en África iniciaron con pequeños grupos que se comprometieron y dieron sus vidas para que se reconocieran los derechos a la libertad de los seres humanos negros.

¿Tú crees que hay una respuesta positiva no solo en lo que respecta a la Declaración de los Derechos de la Madre Tierra sino también a los múltiples llamados que estamos recibiendo para mejorar la situación del planeta? ¿Qué tan optimista eres ante esta situación?  

Por ejemplo, si lo veo al nivel de las grandes esferas de poder tales como el G7, que se reúne para decidir el destino del planeta entero, entonces no tengo esperanza alguna: es imposible creer que un cambio de dirección de ésta magnitud será implementado por los gobiernos de las grandes naciones –  y debemos de dejar de hablar de Estados nacionales, porque la mayor parte de éstos responden a los intereses del mercado controlados por los grandes bancos y empresas trasnacionales que atienden únicamente a sus propios intereses y definitivamente no tienen interés alguno en temas relacionados con el medio ambiente.  Por otra parte, como viajo mucho, estoy en contacto con distintos grupos de personas que están trabajando para revertir el proceso de destrucción: en este nivel, si, si hay esperanza.

En éstos momentos se desarrolla una batalla entre el optimismo y el pesimismo: las redes sociales nos bombardean con noticias catastróficas que tienen el efecto de desanimarnos a tomar acciones que pueden cambiar algo; tienen como interés alimentarnos de pesimismo, ya que responden a los gobiernos que dependen de las corporaciones, quienes se ven beneficiadas explotando a la Madre Tierra sin que nadie los moleste.  Necesitamos seguir creando formas alternativas de comunicación, redes sociales que divulgan la verdad y el deseo de cambio.  Soy optimista de que la nueva generación que nació en este milenio encontrará nuevas soluciones a todo esto, en las que no necesitaremos decidir entre capitalismo y comunismo, considerando que todos los sistemas político-económicos actuales están enfocados tan solo en explotar a la Madre Tierra y a las personas. 

La respuesta empieza a ser global, es cierto, pero la globalización tiene dos lados: uno es la uniformidad de pensamientos, deseos y miedos y el otro es la posibilidad de cambiar y elevar la conciencia humana.  Es por ello que debemos de seguir teniendo esperanza, ya que, si bien la mayoría de los seres humanos andan deambulando por la vida como zombis que no piensan y no cuestionan, que ni siquiera ven – porque las opciones son invisibles para ellos, y al no verlas creen que no hay alternativas, y por ello se integran a las masas que solo existen para consumir y destruir. 

En tu opinión, ¿existe alguna posibilidad de que los Derechos de la Madre Tierra y la misma idea del progreso de los Países industrializados coexistan?

Hay personas que no tienen opciones, que nacieron en un determinado contexto social, medioambiental, económico, racial, que determina sus opciones; pero aquellos de nosotros que, si tenemos opciones, podemos encontrar una forma de vivir lo más coherente posible con nuestras formas de pensar y sentir, y tener una relación lo menos destructiva posible con la Naturaleza.  Mi caso es especial: hace más de 30 años decidí vivir en una comunidad que al inicio era nómada y teatral, y hoy es una ecoaldea.  Esta es la forma en la que intentamos vivir causando el impacto menos severo posible en la Naturaleza.

¿Qué tipo de espacio pueden ocupar las ecoaldeas en la sociedad actual?

La sociedad no se interesa mucho en los proyectos que estamos implementando, que ofrecen una alternativa a los demás estilos de vida.  Nos estamos dando cuenta que casi siempre somos los mismos grupos y mismas personas los que estamos activos. Eso nos preocupa, ya que, si bien estamos haciendo todo lo posible para que nuestras batallas sean del conocimiento del público en general, encontramos difícil llamar la atención de la gente con nuestros proyectos – ya que son noticias positivas que no despiertan el mismo interés que la violencia, el sexo, la migración, los incendios y todas las tragedias que están sucediendo hoy en día en todo el mundo. 

Así como nuestro proyecto de ecoaldea en México, hay muchos otros proyectos que nacieron de las mismas ideas y prácticas, incluso en las ciudades.  El movimiento de “Transición” está permeando a distritos urbanos con propuestas distintas para un estilo de vida sustentable más responsable con la Naturaleza – que incluye cambiar la forma en la que comemos, producimos, consumimos y nos educamos.  Somos una generación que viene de los sesentas, buscando liberarse de los condicionamientos.  No siempre hemos logrado los efectos deseados, pero hemos hecho buenos avances y podemos pasar estas propuestas a las nuevas generaciones, especialmente darles el mensaje de que existen muchas alternativas para evitar volverse parte de la masa de zombis.

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